El perfil del docente del
siglo XXI, debe actualizarse constantemente, ya que el educador contribuye
significativamente a lo más trascendente en el desarrollo personal y social de
las nuevas generaciones, que bajo las circunstancias de hoy, están en constante
aprendizaje. Por ello, la realidad que propone el siglo XXI exige al docente en
el ejercicio de su función:
-Un cambio de actitud y la adquisición
de nuevas competencias profesionales, atendiendo a la necesidad de cambio.
-La aplicación práctica de la
investigación-acción como elemento de mejora de la propia práctica profesional
y de la innovación.
-Trabajar en equipo, lo que exige
nuevas destrezas sociales, y una nueva concepción del entorno educativo en
donde se desenvuelve, de su sistema relacional, de valores y estructuras.
-Redimensionar la existencia de otros
grupos de interés (familia, medios, otros profesionales) con los que tiene que
relacionarse.
-La aplicación de las nuevas
tecnologías que le permiten motivar, mejorar, replantear su labor docente en
virtud de buscar nuevos estímulos que lo lleven a mejorarla.
Además de lo antes expuesto, el
educador del siglo XXI no debe descuidar algunos elementos didácticos en sus
funciones como docente el cual debe estar basado en un modelo de competencias
que sugiere consolidar, aspectos como:
-Lograr claridad en los objetivos de
aprendizaje.
-Propiciar condiciones favorables para
el logro de aprendizajes significativos.
-Seleccionar y proponer estrategias
diversas para lograr los objetivos.
-Tomar en cuenta las dificultades que
se presenten y ajustar los objetivos a las posibilidades reales del grupo.
Por ello, el papel del maestro
del siglo XXI es el de un agente de cambio que entiende, promueve, orienta y da
sentido al cambio inevitable que nos transforma a todos. Lo que se pide de él
es un compromiso con la superación personal, con el aprendizaje, con los
alumnos, con la creación de una sociedad mejor y con la revolución educativa y
social que se requiere urgentemente. Dado lo anterior, el docente debe ser:
-Un modelo de aprendiz, aprendiz de
nuevas estrategias, técnicas, de nuevos enfoques y destrezas que propicia un
mundo globalizado, competitivo y especializado características propias de la
era del conocimiento.
-Un líder moderno, que dirige,
orienta, da sentido y fortalece el esfuerzo de sus alumnos, conduciéndolos a
una sociedad con mayor libertad, con múltiples alternativas pero también
cargada de incertidumbre en la cual como diría Heráclito: lo único permanente
es el cambio.
-Un cuestionador e investigador, que
enseñe a pensar, a descubrir, a formular, a buscar.
-Un filósofo, amigo de la sabiduría y
del conocimiento, buscador intelectual que adecue las teorías y modelos a una
realidad concreta.
-Un visionario, que construya
proyectos futuros integrales que ubiquen y motiven el quehacer de los alumnos
en este mundo, con una concepción de lo que es el ser humano, sus posibilidades
y trascendencia, un formador de las generaciones por venir, de las nuevas
familias, comunidades, empresas e instituciones.
-Un maestro de la vida… que ponga en
el centro de su vocación los valores humanos, solo así esta tendrá sentido y
podrá recobrar el lugar social que le corresponde al lado de los tranformadores
y forjadores de la sociedad.
